La respiración diafragmática o abdominal puede ser efectiva para reducir la ansiedad. Inhalando lenta y profundamente por la nariz, manteniendo la respiración unos segundos y exhalando lentamente por la boca, ayuda a relajar el cuerpo y a reducir la respuesta de estrés.

Practicar mindfulness o meditación ayuda a centrar la mente en el presente, reduciendo los pensamientos ansiosos. Estas técnicas promueven la atención plena, el autoconocimiento y la aceptación de los pensamientos y emociones sin juzgarlos.

El ejercicio regular puede ser beneficioso para reducir los niveles de ansiedad. La actividad física libera endorfinas, neurotransmisores que mejoran el estado de ánimo, y también reduce la tensión muscular y el estrés.

La relajación progresiva o la relajación muscular guiada pueden ser útiles. Consisten en tensar y relajar los grupos musculares de forma secuencial para liberar la tensión acumulada en el cuerpo.

Imaginar un lugar tranquilo y relajante puede ayudar a reducir la ansiedad. La visualización guiada implica crear imágenes mentales de un entorno pacífico para distraer la mente y promover la relajación.

Llevar un diario donde se anoten cosas por las que se está agradecido puede cambiar el enfoque de los pensamientos negativos hacia aspectos más positivos, reduciendo la ansiedad.

La terapia cognitivo-conductual (TCC) y otras formas de terapia son efectivas para tratar la ansiedad. Un terapeuta puede enseñar estrategias específicas para manejar la ansiedad y trabajar en su control a largo plazo.